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MARUJA VIEIRA WHITE, POETA

Un día en el futuro recordaré este árbol. Sentiré que sus ramas llegan hasta mis manos, cargadas del perfume que hoy difunde la tarde.
Fragm. de La memoria del árbol

Proclama del Cauca 
Sección: Boulevar de los días | Junio 9 , 2019
Por: Leopoldo de Quevedo y Monroy.
Maruja Vieira, Poeta. by Heroinas.net

Ya una vez que alguien escribe poesía y cala entre sus lectores, como que abandona su nombre raso de pila y se le añade el de «poeta». La poesía la signó a ella en la frente, como una diadema, y Colombia y el mundo la distinguen por llevar impresa la corona que ciñeron Safo y Homero.

Campanario de Lluvia, en dos ediciones 1947 y Los Poemas de Enero y Poesía en 1951, Ciudad Remanso Popayán, Clave Mínima, Mis propias Palabras, Tiempo de vivir, Sombras del Amor, Los Libros de las Gaviotas, Los Muros y el Recuerdo, Como el Partir de un Barco, Más que nunca, Todo el Amor, Todo lo que era Mío, Tiempo Definido, El Abuelo, Palabras de la Ausencia contienen su trabajo poético.

La conocí en Roldanillo, Valle, en el Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas que organiza Águeda Pizarro. Varias veces la he tratado y gozado de su carácter amistoso, de su risa y su exquisita personalidad. Es una mujer nacida en 1922 que representa con lujo el arte de la Poesía. Es la mujer colombiana que más libros de poesía ha publicado y lega tras su rastro luminoso.

Maruja Vieira nació en Manizales, ciudad alegre situada en medio de montañas. Es una esmeralda que brilla por su gente, su Feria y sus letras. En Maruja hay una confluencia del señorío y gracia de esta ciudad apellidada como la más culta del país.

Nacer en una cuna tal, en una ciudad tal, de apellidos tales y de señales particulares como escribir poemas da un perfil exclusivo para una poeta. Maruja sabía portar esas particularidades. Su poesía es fresca, clara, corre cristalina y es suave a la piel que toque.

No hay espinas que sangren al tocarlas ni sonidos que arrastren aluviones. Sus versos hablan al oído, se oyen los tañidos.

«Recordaré este cielo, que asoma a mi ventana, y al pájaro invisible que en las mañanas canta. Recordaré esta hora, con el hombre que pasa recogiendo botellas vacías por la calle y a la niñita pobre que viene sin zapatos desde la cueva oscura que horada la montaña». Es un verso de La memoria del árbol.  

Su poesía es transparente, descriptiva, no oculta bajo las metáforas el vuelo del ave, la pobreza del mendigo o los pies descalzos de una niña. Más bien es una ocasión para recoger una imagen, guardarla en la memoria y agradecerle al árbol.

La escritura para Maruja es su oficio natural. Nació para convivir con la Poesía y Ella la recibió en su recinto sagrado.

Su permanente sonrisa y la seguridad en su roce con el verso la caracterizan como una poeta empoderada de su oficio. Más de 30 años acuñando versos y forjándolos con el buril de Erato la hacen portadora de su rastro.

09-06-19 | 12:05 p.m.