Un Recuerdo para Meira Delmar
Un Recuerdo para Meira Delmar
Olga Chams Eljach nació en Barranquilla, al amanecer del 21 de abril de 1922 y se fue del mundo en la noche del 18 de marzo de 2009. Sus padres Julián Chams e Isabel Eljach, llegaron del Líbano, del Oriente milenario y poético. Ellos, desde niña, le enseñaron a amar las flores, la música, el cielo azul y el mar.
Cuando inició su vida literaria creyó necesario ocultar su nombre verdadero, bello nombre que evoca el rumor del viento en las ramas de los cedros legendarios. Y eligió el seudónimo de Meira Delmar. Desde 1942, Meira Delmar publicó libros con títulos que son poemas: Alba de Olvido, Sitio del Amor, Verdad del Sueño, Secreta Isla, Reencuentro, Laúd Memorioso, Alguien Pasa y Viaje al Ayer. Las prosas de Meira Delmar, sobre temas de pintura, música y literatura, son tan puras y transparentes como el lenguaje de su poesía.
Ella vivía, respiraba y soñaba en poesía, que estaba en el movimiento leve de sus manos, en su ternura, en el mundo mágico de música y ensueños que la rodeaba siempre, y que compartió por muchos años con su hermana, la suave Alicia, ahora ambas convertidas en formas luminosas, que pasan como el viento, huéspedes sin sombra, por los amplios corredores y el jardín lleno de flores de la casa de Barranquilla. “Mundo de amor y mar, de muerte y árbol” dijo David Mejía Velilla,"mundo de aire y cielo, de alas y de melancolía”.
Meira Delmar dirigió por más de treinta años, desde 1958 hasta 1994, la Biblioteca Departamental del Atlántico, que hoy lleva su nombre. Recibió innumerables condecoraciones, entre ellas la Gran Orden de la Cultura y la Condecoración “Simón Bolívar” del Ministerio de Educación Nacional. Fue Miembro de Honor de la Academia Colombiana de la Lengua. Su alta voz poética se hermana con las de Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral, Delmira Agustíni y Alfonsina Storni.
Es música escrita con palabras, como la querían Verlaine y Mallarmé. Cristalino trasfondo de emociones y sensaciones puras, en ella se mueven sombras, nostalgias, alegrías y pesares. El nombre de Meira Delmar honra la literatura poética colombiana de este siglo y su memoria permanecerá para siempre entre nosotros.
Meira Delmar y su Alhambra de sueños
La poesía de Meira Delmar está construida delicadamente, con elementos de los tres reinos de la naturaleza, con dibujos de palabras soñadas, irreales y aladas. Como la Alhambra de Granada, es un templo consagrado a un Dios, al Dios Amor y como la Alhambra, es el símbolo de una derrota, la del amor no correspondido, la del amor que huyó pero nunca supo morir del todo.
Los poemas de Meira Delmar se equiparan en hondura y belleza a las cartas de Mariana Alcoforado, la monja portuguesa, cumbre del romanticismo de tiempos ya lejanos, pero que también se niegan a morir. “¿Quién que es no es romántico?” afirmó Rubén Darío; y es en el romanticismo colombiano donde se ubica la dulce Olga Chams Eljach, ardiente y amorosa, que edifica filigranas y parábolas. “Venías de tan lejos como de algún recuerdo./Nada dijiste, nada, me miraste a los ojos/y algo en mi sin olvido te fue reconociendo”.
A propósito de esta frase, del poema, en largas conversaciones con ella y con su editor, el crítico antioqueño Javier Arango Ferrer, traté inútilmente de imponer mi punto de vista. Lo he transcrito como yo lo aprendí, del original que recibí de ella, escrito en su preciosa letra con tinta azul. Quedó publicado como “me miraste los ojos” y no es lo mismo mirar los ojos y saber de qué color son, que mirarse a los ojos, buscando el alma que está más allá, en el fondo de la mirada casual.
Otra batalla perdida en este campo, fue la que sostuve cuando Arango Ferrer la obligó a cambiar un barco por un fantasma. Ella decía al principio: “y por el cauce de mi sangre subes, llegas barco fantasma hasta mi sueño...”. La línea del poema quedó: “llegas, vano fantasma, hasta mi sueño”. Si venía por un cauce, es lógico que navegara y fuera un barco, un barco fantasma , como el del Holandés Errante, una de las figuras poéticas más bellas de la poesía y la música universales.
Lo anterior sirve para que quede claro que corregir los poemas ajenos no es aconsejable, y que no es bueno que los críticos interfieran con las imágenes que surgieron de lo más cierto del poder creativo del poeta. Es una responsabilidad muy grande, que es mejor eludir para no tener cargos de conciencia.
El amor en la poesía de las mujeres
El amor suele ser triste en la poesía de las mujeres. De las grandes poetas del Sur sólo Juana de Ibarbourou habla del amor felíz. Las circunstancias vitales de la uruguaya fueron diferentes y el amor de Juanita Fernández por el capitán Lucas Ibarbourou no tuvo mengua ni mancha. “Qué es esto? ¡prodigio!, mis manos florecen....Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen...”
Para Delmira Agustini y Enrique Job el amor tuvo un fin trágico: la muerte de ambos, en circunstancias bien extrañas. Casados, divorciados, vueltos a reunir, son amantes en la muerte. Ella encendió las hogueras: “Eros, yo quiero guiarte... padre ciego... pido a tus manos todopoderosas...”
Para Gabriela Mistral el amor fue, siempre doloroso, “Del nicho helado en que los hombres te pusieron...”, desesperanzado. “El pasó con otra, yo lo vi pasar...” Para Alfonsina Storni también hubo, como para Meira, otra mujer dueña de su bienamado “Vuestro nombre no sé ni vuestro rostro conozco yo y os imagino blanca...” De esos amados legendarios algo se sabe; del amado de Meira Delmar se conoce muy poco. Una infinita discreción selló mucho tiempo los labios de todos. Era fino, elegante, culto. Prologó “Alba de Olvido” en 1942. Pero cuando conoció a Olga Chams Eljach en Barranquilla, su bogotana alcurnia lo había prometido a otra mujer y no podía dejar de cumplir su palabra. Meira Delmar entendió sin aceptar, con la actitud sumisa de las mujeres orientales y si alguien más pasó por su vida después, muy poco se supo y no se notó en su poesía.
“Meira Delmar es una gran poeta de América” dijo Juana de Ibarbourou. “Una de las poetas esenciales de Colombia” declaró Eddy Torres, el gran compilador y estudioso de la poesía de la mujer colombiana. Su obra está al alcance de todos con la edición de “Alguien Pasa”, el libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia, única del país que tiene un Decano de Cultura, el poeta Miguel Méndez Camacho, y cuyo ejemplo debería ser seguido por todas las universidades de Colombia.