Dora Castellanos
Dora Castellanos (Bogotá, 1924) fue la primera mujer elegida Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, en 1978 cuando apenas accedían a las Academias de España y Francia las escritoras Carmen Conde y Marguerite Yourcenar. Hoy es Individuo de Número y Miembro Correspondiente Hispanoamericano de la Real Academia Española. Ella abrió el camino para que, en la actualidad, la Academia Colombiana sea la que mayor número de mujeres tiene, en el mundo de las lenguas romance. En la actualidad son diez, cinco de número y cinco correspondientes.
El primer libro de Dora Castellanos (Clamor) apareció en 1948, en la Editorial Iqueima de Clemente Airó. Esta editorial dio cauce, con su revista Espiral al Grupo de los llamados “Cuadernícolas” en la Generación ahora conocida como la del Medio Siglo.
Desde entonces treinta libros publicados y treinta inéditos, siete mil poemas escritos, dan fe de la entrega total a la poesía de esta bella y generosa mujer, creadora además de un recinto de poesía, en el corazón del barrio el Polo. Porque la poesía tiene que salir al mundo, ir por las calles cantando, para combatir la oscuridad creciente que nos invade.
Los transeúntes que se detienen allí ven, desplegados hacia la calle, libros, retratos, poemas, afiches de mujeres poetas de Colombia. Allí funciona la Biblioteca Fanny Osorio de Poesía de la Mujer, justo homenaje a una escritora que ya no será olvidada.
Heraldo y portaestandarte de la poesía, Dora Castellanos la lleva por el mundo sin que le importen las distancias ni las dificultades. Su poema "Moscú, la de las cúpulas de oro" está traducido a todos los idiomas de la antigua Unión Soviética. Sus versos han sido llevados a lenguas aborígenes como guaica, pemón y makiritare, de tribus del territorio amazónico de Venezuela, país donde vivió trece años como Agregada Cultura de la Embajada de Colombia.
De su matrimonio con Carlos Castellanos le quedaron tres hijos. Dos la acompañan en el mundo. Del otro puede decirse, con palabras de Saint-John Perse, que "la ausencia del cuerpo no es necesariamente la ausencia del ser". Un libro, titulado “La Vida Irremediable” revive la memoria y la presencia perdurable de Julián Castellanos. Dora entrega, siempre que le es posible, un ejemplar de este libro a todas las madres que pierden un hijo.
Su belleza inmarchitable, su juvenil dinamismo perpetuo, están iluminados e impulsados por un inmenso amor a la palabra, que sabrá eternizar en el tiempo su obra y su nombre.