Era de madrugada
y el mundo estaba solo.
Del cielo se habían ido
las últimas estrellas.
El viento aceleraba
una caricia larga
que hacía cerrar los ojos…
Al abrirlos de nuevo
vio unos cabellos rubios
y unos pies que danzaban.
Ya nunca más estaría solo.
Una Caricia Larga
Para Fernando Garavito