Otra vez tú me tiendes
tu lento cerco de diamantes.
Contigo estaba escrito
el nombre del amor sobre la tierra;
contigo, lluvia de la medianoche,
tierna raíz de astros.
Y caes y me envuelves.
Eres música,
estás ciñéndome los pasos
y el mundo se me pierde,
porque lo borras tú,
con la mano invisible
con que cierras jazmines
y entreabres luciérnagas.
Yo te siento caer
sobre el sueño de agosto,
lluvia de otra ciudad
y este mismo recuerdo.