Dos manos esculpen el aire.
Cantinela de lluvia lejana,
tempestad de sol en los árboles.
Distantes del tiempo caminan
en la torre los viejos cuadrantes.
Las dos manos esculpen y tallan
la emoción, el recuerdo, el paisaje.
Sube un mar invisible y rodea
lentamente las islas del alma.
Y después sólo queda la música,
prisionera de luz en el arpa.