Un libro y otro libro
ruedan por las alfombras.
Tus pequeñas manos
destruyen el orden,
dejan vacíos los anaqueles
y los libros
caen rodando por el suelo.
¡A nadie menos que a François Mauriac
tienes ahora prisionero!
Dante Alighieri mira desde un rincón
y pierde algo de su adusto ceño.
Estás envuelta en un río de letras,
en un torbellino de poemas.
Mariposas azules vuelan,
ángeles y demonios de Doré
te rodean.
Y tú ríes…tu risa
es una campanita de oro
que anuncia la poesía,
toda la poesía de la tierra.