Recordando a Duncan McNaughton
Piloto de la Real Fuerza Aérea Canadiense
Cuando dejaron de llegar
aquellas cartas
la música demencial
de los bombardeos
estremecía las torres
vertiginosas
de la Catedral de Colonia.
Ahora,
en el otoño de Alemania,
mientras bordeamos
la Selva Negra
viaja a nuestro lado
la más lejana
y dulcemente dolorosa
de todas las memorias
del amor.
Más tarde
iremos a buscar su nombre
en el cementerio canadiense
de Flandes.
Pero su nombre de rey trágico
tampoco estará allí,
ni sus ojos azules,
ni su risa de niño,
ni sus alas...