Para Dulima Hernández
Eutiquio:
He estado haciéndole
gambetas
a este dolor de tu muerte.
Pero hoy catorce de mayo
a las seis de la tarde
se me vino de frente,
como una manada
furiosa de soles.
Fuiste duro para morir;
no te decidías a marcharte.
Pensabas que todavía
era posible luchar,
levantar de nuevo
los ídolos rotos,
recobrar las banderas
perdidas.
Para ti los ídolos
estaban intactos,
las banderas
ardían en el viento.
Fuiste duro y luchaste.
Luchaste
contra la muerte
y su puñal en alto.
Y te rendiste al fin,
cuando la mano
que más te amó
en la vida
acariciaba tus manos.
Cordelia
de un Rey Lear derrotado
que nunca quiso
darse por vencido.