Es cierto que las casas
desaparecieron,
pero quedó el mar.
¿Por qué no llora?
Quedaron las palmeras,
el horizonte, el cielo.
¿para qué sirven?
Los ríos ¿siguen
queriendo cantar
entre las piedras?
El viento gime
en los cañaverales
por donde van las almas
de los muertos.
Los árboles esconden
sus maderas.
Tienen miedo
del hombre que los tala.
Los niños tienen hambre,
pero vuelven.
Ahora son menos,
quieren volver a jugar,
hacen muñecas y balones
con lo que encuentran.
Y cantan.
Las montañas, las rocas
también están allí,
pero guardan
un inverosímil silencio.
Están inmóviles
como nosotros,
que no hacemos nada
mientras Haití se muere.