Amigo, ha terminado tu soledad de hombre.
Ya tu inquietud es limo bajo la tierra oscura.
Eres nube de polvo, eres piedra, eres trigo.
Ya no buscas estrellas en el barro del mundo.
Ahora los caminos corren sobre tu sangre,
convertida en la verde caricia de la hierba.
No te hiere el silencio con su espina y su angustia
porque tu voz se ha vuelto rumor entre los árboles.
La muerte no reclama que le des a tu nombre
la dimensión exacta del amor o del odio.
Sin distancia que oponga su cerrada frontera
tu ausencia está llenando de ti nuestra memoria.